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Santa Gema Galgani – 11 abril
11 abril, 2017

Santa Gema Galgani
Biografía
Santa Gema Galgani fue una mística italiana, allegada con la orden de los pasionistas, a la que nunca perteneció sin embargo, pero a cuya espiritualidad siempre estuvo conforme. Falleció con tan solo 25 años, fue beatificada en el 1933 por el Papa Pio XI y canonizada por Papa Pio XII en el año 1940. Su memoria litúrgica es, universalmente, el 11 de abril, día de su muerte, aunque es recordada por la orden pasionista y la archidiócesis de Lucca el 16 de mayo.
Antepasados
La familia Galgani, estaba formada por hombres de armas, distinguida por su contribución en la ciencia médica, siendo una familia de reconocidos médicos en Lucca. También eran muy religiosos
La infancia de Gema
Gema Galgani nació el 12 de marzo de 1878 a los horas 18:30 en Borgonuovo, provincia italiana de Lucca. Sus padres fueron Enrico Galgani, farmacéutico y Aurelia Landi. Fue descendiente de una de las más antiguas familias de Lucca. La habitación dónde nació Gema ha sido transformada en capilla y todo el edificio en Orfanato.
El día siguiente del nacimiento fue bautizado por don Pietro Quilici.
De parte de la elección del primer nombre, Gema, existe una interesante anécdota citada por la mayor parte de los biógrafos de la santa: el abuelo Carlo, queriá que la bebé se llamara Umberta Pia, en honor al rey apenas subido al trono y del Papa difunto. El tío paternal, Maurizio, eligió en cambio el primer nombre, Gema, nombre que a la madre, Aurelia, no le gustó ya que, según lo que ella sabía, no existían santos en el paraíso con ese nombre. La Señora Galgani sólo se convenció después de la intervención del párroco, don Olivo Dinelli de Gragnano, que le deseó a la madre que la hija de veras pudiera ser santa y cubrir así aquel puesto vacío en el paraíso.
Apenas un mes después del nacimiento, en el abril del 1878, los Galgani se trasladaron a Lucca en la calle via de’ Borgui, dónde algunos años después nacieron Tonino, Angelina y Giulia, unos de sus hermanos. El padre esperó así conseguir mayor provecho económico en la adquisición de una tienda farmacéutica y poder facilitar la instrucción de los hijos, por que en el pueblo donde vivían no habían escuelas de prestigio.
Los padres de Gema tuvieron 8 hijos: Carlo, Guido, Ettore, Gino, Tonino, Angelina, Giulietta y Gemma.
En el 1880, a los dos años, la pequeña Gema empezó a frecuentar la guardería privada de las hermanas Elena y Ersilia Vallini, en plaza San Francesco. Ellas testimoniaron que la niña mostró ya desde la su tierna infancia una particular devoción y un espíritu de oración muy desarrollado, además de una mente aguda y despierta: «…mostró un desarrollado empleo de la razón y una inteligencia precoz, porque le podíamos enseñar enseguida las oraciones que duraban veinticinco minutos sin ella nunca aburrirse.»
Las hermanas Vallini enseñaron el catecismo a Gema, y su hermano Gino, una amiga de familia, Isabella Bastiani, mientras la madre y la educadora Carlotta Landucci se dedicaron principalmente a impartirles las primeras devociones, a enseñarles a leer y a escribir. Este periodo fue entre el 1884 y el 1885.
El padre Germano Ruoppolo, su futuro padre espiritual, escribió sucesivamente, sobre testimonios acreditados, que ya a los cinco años la niña sabía leer a la perfección el breviario de la Virgen y los difuntos.
La muerte de la madre
La ya enfermiza salud de Aurelia Landi empeoró decididamente, afectada de tuberculosis, fue obligada a quedar en cama hasta la muerte, logrando sólo levantarse en casos excepcionales. Para los parientes fue un grave golpe ya que los hijos, eran todavía pequeños y los médicos dieron por cierta su muerte. Gema, en su autobiografía, recordaba todavía con vivo dolor aquellos terribles momentos, teniendo que prepararse al sacramento de la Confirmación, tubo que obligarle a una monja a darle catecismo cerca de su madre, ya que no quiso alejarse de ella, temiendo que muriera de un momento al otro.
El 26 de mayo de 1885, en la iglesia de San Michele le fue otorgado a Gema el sacramento de la Confirmación por el monseñor Nicola Ghilardi, arzobispo de Lucca. Después de la ceremonia, ocurrida el martes después del Pentecostés, mientras su tía Elena participaba en la Misa, Gema advirtió por la primera vez en su vida aquélla que en teología mística es denominada locución interior, osea una voz interior:
«Una voz al corazón me dijo: «¿Me la quieres dar a mi a tu mamá?»: «Sí – contestó – pero si también me tomas a mi.» «No – me repitió la voz – dame de buena gana a tu mamá. Tú ahora te tienes que quedar con tu papá. Te la llevaré al Cielo, ¿sabes? ¿Me la das con buena gana?». Fui obligada a contestar que sí.
Por consejo de los médicos los niños fueron alejados pronto de la madre, que murió el 17 de septiembre de 1886. Gema se encontró en aquellos meses cerca de la casa de los tíos maternos, Antonio y Elena Landi, en un pueblo llamado San Genaro. Fue llevada allí por el padre, asustado que también ella pudiera caer enferma. Dos meses después de la confirmación, recibieron la noticia de la muerte de la madre. Su tía Elena, recordando el hecho, dijo con énfasis dramático que la niña en un primer momento no quiso creer el hecho, quedando en estado de shock. Gema volvió con su familia en la Navidad del 1886.
Hermanos y sus relaciones con Gema
Gema en la escuela
Poco después de la vuelta a casa, Enrico Galgani decidido de hacer retomar los estudios a la hija conduciéndola en un primer momento a la escuela de las señoritas Mencacci, a la edad de 10 y a 11 años.
En preparación a la comunión, al principio del 1887 fue cerca de las Hermanas Oblatas del Espíritu Santo, fundadas por la beata Elena Guerra, beatificada en el 1959, para aprender el catecismo. Como ella cuenta en su autobiografía, aquéllos fueron meses de fuerte impacto espiritual; en el mes de junio, dos semanas antes de la comunión, y precisamente a partir del 6 de junio, cuando participó del retiro espiritual en el convento.
Allí fundamental tubo lugar el encuentro con Camilla Vagliensi, religiosa de las Oblatas, que a menudo le explicaba una pieza del Evangelio y en particular de la Pasión de Cristo que golpeó tanto a la niña hasta causarle una fuerte fiebre que la obligó a estar en cama por un día entero. Durante el retiro también conoció a Monseñor Giovanni Volpi que sucesivamente se volvió su confesor y guía espiritual.
La primera comunión fueron momentos en los que Gema describió como los más bellos de su vida, por ser el primer encuentro con la eucaristía, sacramento al que siempre quedó relacionada, tanto que Monseñor Volpi, le permitió recibir la eucaristía tres veces la semana, cosa no común en la época. La primera comunión de Gema ocurrió el 17 de junio de 1887, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
En el 1889 empezó a frecuentar como estudiante el instituto de las Oblatas dónde hizo fuertes relaciones con la religiosa Giulia Sestini que empezó a invitarla a la meditación de los dolores de Cristo durante su Pasión, además dándole reglas para mejorar en la humildad y pequeñas penitencias. Su relación quedó firme hasta cuando la joven dejó el instituto, incluso viéndola pocas veces. La religiosa misma testimonia que Gema, poco antes de morir, pidió por ella, pero la noticia le llegó cuando ella ya había muerto.
Sor Elena Guerra, le enseñó italiano, francés, historia sagrada e historia eclesiástica. Guerra descibió a su discípula como «muy silenciosa y siempre obediente». La beata Guerra tuvo un gran cariño para la joven, no así otras dos hermanas, suor Gesualda Petroni y suor Elisa Piero, que despreciaban a Gema, no solo creyéndola burlona e hipócrita, sino hasta lograron negar a la santa la admisión en el convento, cuando la joven hizo solicitud de ello.
Muerte de su hermano Gino
El 11 septiembre del 1893 murió su hermano Gino, dos años más grandes que ella. Fue seminarista y falleció de tuberculosis como la madre, a la joven edad de 18 años.
Gema admiraba mucho a Gino. La muerte del hermano marcó en ella un profundo derrumbamiento, intentó enfermarse utilizando las prendas del hermano tanto que, después de un mes, quedo en cama por el contagio. Fue curada después de unos tres meses, pero quedó gravemente debilitada.
Muerte del padre y la quiebra
La enfermedad de su mujer, médicos y medicinas demasiado caras, unidas a préstamos, condujeron pontamente a Enrico, padre de familia, a la quiebra. Él, atacado por los acreedores, vendió una casita de campo, además de otra casa en Lucca, pero todo esto no le bastó, y se pasó al secuestro de los bienes móviles e inmóviles, y los Galgani tuvieron que dormir todos juntos en una habitación vacía. Teniendo que vivir gracias a la caridad de los bienhechores, Enrico y sus hijos tuvieron que salir a trabajar; Gema en aquel período empezó a trabajar cerca de una escuela de canto. Gracias al gran trabajo pasaron a vivir en una casa no pobre pero modesta.
Fue allí que el 11 noviembre del 1897 Enrico Galgani falleció, golpeado por un cáncer en la garganta. La situación financiera se volvió desgraciada, los acreedores asaltaron la vivienda del difunto llevándose todo lo que les quedó a sus huérfanos. Gema contó sucesivamente: «Me pusieron las manos en el bolsillo y me quitaron aquel poquísimo dinero que yo tenía». Inesperadamente, mientras los miembros de su familia empezaron a desesperarse, la joven se volvió determinada, animando los hermanos a no rendirse. Evidentemente la superación de la muerte de Gino la ayudó a crecer interiormente.
El día después de la muerte del padre, la hermana de este, Carolina Galgani, mujer de Domenico Lencioni, tomó cuidado la joven de 19 años y la tuvo con ella poco menos de un año. Allí, es dónde Gema frecuentaba durante su infancia. Frente a la tienda del tío, trabajaba en una farmacia, el joven Romeo, que viendo pasar a la bella Gema cada día para ir a la iglesia, se enamoró de ella y buscó en todos los modos de conquistarla. Gema, que ya había eligido la vida religiosa, quedó un poco fastidiada con la situación. Esto la llevó a la decisión de volver a Lucca, para no ser más presionada por todos.
Su grave enfermedad
La miseria en la que se encontraban los Galgani, los obligó a trasladarse a una zona popular, que en fin fue convertida en calle Santa Gemma Galgani, número 31. La joven empezó a percibir dolores lancinantes a los riñones que la obligaron a estar curva, pero, no tuvo alguna intención de hacerse visitar por el médico. Fue obligada a hacerlo cuando las piernas no la sujetaban más y quedaron paralíticas. Los sufrimientos no fueron acabados, se le presentó una insoportable otitis media. Ya no podía tragar nada si no un poco de caldo o leche. Se le caía el cabello y estaba obligada a estar en cama, próxima a muerte. Le fueron suministrados los últimos sacramentos y el viático pero todavía estaba consciente, porque entendía bien a los médicos.
Durante el período de enfermedad la joven se habría puesto en contacto con San Gabriel de la Dolorosa, cuya figura la habría acompañado por toda la vida. Fue la maestra Giulia Sestini, que bastantes hablaban de este santo con Gema; quien invitó a Elisa Galgani a pedir alguna imagen y reliquia del santo a la señora Cecilia Giannini quien tenía contacto con los sacerdotes pasionistas. El santo rezaba junto a Gema, con presencia corpórea.
Milagro de curación
Giulia Sestini, en acuerdo con el confesor de Gema, Giovanni Volpi, la aconsejaron a hacer una novena a santa Margarita María Alacoque, quien en ese tiempo era beata. La joven con gran fatiga y con dificultad por la enfermedad, llevó a cabo la novena. Mientras estuvo a punto de recitar la novena ella advirtió una «locución interior» como aquélla que tubo poco antes de la muerte de su madre, que las preguntó si se quería curar. Ella quedó indiferente a la solicitud, no sabía que sería mejor para ella, si curar o no; pero la voz le prometió que pronto se recuperaría la salud, cosa que, misteriosamente, ocurrió: Gema se levantó de la cama curada, los médicos quedaron maravillados, y le fue mandado escribir una relación sobre lo que vio o advirtió.
En cuanto se recuperó fue al monasterio de los Visitandine de Lucca, el 1º de mayo de 1899, para hacer ejercicios espirituales, y también deseosa de entrar a hacer parte de su orden religiosa, en gratitud a Santa Margarita Alacoque, que fue miembro de aquella orden, y que gracias a su intercesión ella fue curada. Allí no se encontró para nada en comodidad: marcada por las monjas mismas, además por toda la ciudad la llamaba como la «jovencita del milagro», no podía ni rezar. A pesar de eso prefirió quedarse allí antes que volver a casa, aunque esta vida fuera demasiado cómoda y poco adecuada a su espíritu de penitencia. Tuvo que olvidar pronto aquellos días a causa de su salud inestable y además siendo obligada a volver en la pobre pocilga de hogar de antes.
La hospitalidad de los Giannini
En preparación al Jubileo del año 1900, por expreso mando de papa Leo XIII, predicaron en la catedral de San Martino, del 25 de junio al 9 de julio de 1899 un grupo de padres Pasionistas, que atrajeron por todo el curso de los ejercicios espiritual a bastante gente. Gema en un primer momento prefirió ir a las prédicas del padre Molinari y quedó maravillada en ver a susodichos padres vestidos del mismo modo de San Gabriel de la Dolorosa. Fascinada por sus prédicas, decidió hablar con uno de ellos, Ignazio Vacchi, con el que no logró abrirse; entonces se dirigió al padre Cayetano Guidi que lo escuchó más veces con placer. Este hombre fue quien le permitió hacer por la primera vez los tres votos de pobreza, castidad y obediencia.
En aquel período fue que Gema conoció a la anciana Cecilia Giannini, hermana del farmacéutico Matteo Giannini, con quien cuya numerosa familia, ella vivió. Las dos se conocieron durante el mes de junio en la iglesia de los Visitandine, la amiga Palmira Valentini se la presentó, como la jovencita del milagro, a quien conoció e invitó a su casa para que le cuente el acontecimiento. Quedó bastante golpeada por aquella joven, tan reservada y silenciosa, y por eso se unió mucho a ella. La relación sólo se intensificó sucesivamente gracias al mismo padre Cayetano que bien conocía a la familia Giannini.
Gema empezó a frecuentar la casa Giannini, y sobre todo los niños empezaron a apegarse a ella. La Señora Cecilia preguntó a las tías de poderla hospedar establemente. Se volvió entonces para los Giannini un nuevo miembro de la familia, pasando con ellos los años más significativos de su breve existencia, dando un gran ejemplo de fe que quedó marcado de modo particular en Eufemia Gema Giannini. En otra parte los hermanos Galgani se dividieron entre ellos, Héctor partió para América, Guido empezó a trabajar en hospital mientras los demás estaban bastante afectados por enfermedades.
Últimos momentos de vida
En aquellos años el padre Germano Ruoppolo sacerdote pasionista, confesor de Gema además de su padre espiritual, le hace hacer escribir su autobiografía, llamada El cuaderno de mis pecados.
Es en este período en el cual Gema Galgani dice de luchar contra el demonio que le dejaría sobre el cuerpo heridas y contusiones.Se dice que las heridas relatadas en «El cuaderno de los pecados» eran hechas por diablo mismo.
En la 1902 Gema Galgani afirmó de haber sido informada por Jesús, de la voluntad Del mismo de fundar un convento en Lucca de monjas pasionistas,así ella inició a dedicar todo su esfuerzo para la fundación del monasterio, que sólo ocurrirá pocos meses después de su muerte.
Muerte
En el período del Pentecostés del 1902 se vio empeorar la salud de Gema Galgani. El 21 de septiembre de 1902 se enfermó gravemente de tuberculosis. En la agonía, Gema, dijo de afrontar un éxtasis doloroso la noche del viernes santo, para así luego morir alrededor de las 13:30 del 11 de abril de 1903, un sábado santo a los 25 años.
Su cuerpo reposa revestido con el hábito Pasionista, la orden en la que ella habría querido entrar. Sus restos reposan en el monasterio de las monjas pasionistas de Lucca.
Canonización
El 2 de octubre del 1903, San Pio X firmó el decreto de la fundación del Monasterio Pasionista de Lucca; donde las primeras monjas llegaron al convento en el 1905.
Fue beatificada el 14 de mayo de 1933.
Finalmente fue canonizada el canonizada el 2 de mayo de 1940 por el papa Pio XII que la define la «estrella» de su pontificado. Durante su vida, la santa solía recitar tres Ave María en honor a la Inmaculada Concepción, poniendo las manos bajo a las rodillas.
Sus experiencias místicas
Estas son algunas de sus experiencias místicas durante los éxtasis de Santa Gema Galgani:
- Sudor de sangre
- La coronación de espinas
- La flagelación del Señor
- Desembócos de sangre
- Insultos, escupitajos y golpes por parte del domónio
- La crucifixión
Santa Gema tenía una duda: muchas veces, durante las apariciones del ángel, temió que fuera el diablo bajo el aspecto de un ángel y por este motivo consultó con su padre espiritual, que le dijo: «Debes hacer así, cuando ves el ángel, lo escupes, y ves como reacciona.» En la próxima apareción, hizo como el padre Germano le sugirió, y sobre el suelo apareció una rosa blanca, con un inscripciones con letras doradas que decían textualmente «Por amor todo se recibe». El Padre Germano, trece días después de la muerte de Gema, hizo hacer una autopsia: cuando abrieron el costado de Gema, apareció el corazón y cuando lo incidieron salió sangre viva que corrió sobre la mesa operatoria, dando sorpresa a todos.
Fue proclamada santa en el 1940 por el papa Pio XII en virtud de las curaciones milagrosas que le han sido atribuida, y la autenticidad de sus estigmas han sido reconocidas por la Iglesia católica.
Los estigmas
Santa Gema Galgani escribió en su diario de haber vivido las primeras experiencias místicas en el 1899, después de haber hecho el voto de castidad. El 8 junio del mismo año sobre las manos, los pies y el costado habrían comparecido las señales de los estigmas: Gema dijo de caer en un éxtasis doloroso cada jueves, iniciando a sangrar copiosamente hasta el sábado por la mañana, cuando las heridas se cerraron solas, dejaron solo pequeñas señales.