Comentario del Evangelio, San Mateo 1: 1-16 18-23 CATOLICO

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«Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, …, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo»

Natividad de la Virgen María

Del nacimiento de María trata el evangelio apócrifo de Santiago (que si bien no hace parte de los libros inspirados, contiene valiosos detalles que la tradición nos ha transmitido), y nos dice que la madre de María, Ana era estéril y que junto con su padre Joaquín pedían un hijo al Señor.

Una fuerte tradición coloca el nacimiento de la Virgen en Jerusalén y allí se conservó viva la tradición de la casa natalicia de María, Loreto, que luego fue milagrosamente trasladada por los ángeles hasta Italia, según una historia que la piedad popular recuerda con mucho cariño y venera.

Celebramos la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María porque desde su nacimiento fue la más santa de todas las criaturas y porque estaba destinada a ser la madre del Salvador.

Esta fiesta tiene un paralelo con la de San Juan el Bautista. Pero a Santísima Virgen no sólo nació en gracia, sino que también fue en gracia concebida, mientras que de San Juan Bautista solamente puede decirse que fue santificado antes de nacer.

La Santísima Virgen, aunque descendía de la regia estirpe de David, llevó una vida pobre, humilde y escondida, pero preciosa delante de Dios, no pecando jamás ni aun venialmente y creciendo continuamente en gracia.

En las virtudes de la Santísima Virgen hay que admirar de un modo especial el voto de virginidad que hizo desde sus más tiernos años, cosa de que no había ejemplo hasta entonces.

En la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María hemos de hacer cuatro cosas:

1ª- Dar gracias a Dios por los dones y prerrogativas singulares con que la enriqueció sobre todas las criaturas.

2ª- Pedirle que por su intercesión destruya en nosotros el reino del pecado y nos dé constancia y fidelidad en su santo servicio.

3ª- Venerar la santidad de María y congratularnos con ella de sus grandezas.

4ª- Procurar imitarla, guardando cuidadosamente la gracia y ejercitando las virtudes, principalmente la humildad y pureza, por las cuales mereció concebir a Jesucristo en sus purísimas entraña.