El Evangelio nos propone dos nuevas parábolas que comparan el Reino de los Cielos a un grano de mostaza y a la levadura.
Estos dos ejemplos que usa el Señor, buscan llamar a tomar la Palabra de Cristo, y llevarla a las almas con la confianza de que por pequeño que sea el testimonio, con la Gracia del Señor, dará frutos de conversiones.
Así es el reino de Dios: una realidad humanamente pequeña y aparentemente irrelevante. Para entrar a ser parte es necesario ser pobres en el corazón; no confiarse en las propias capacidades sino en la potencia del amor de Dios; no actuar para ser importantes a los ojos de mundo, sino preciosos a los ojos de Dios.
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No olvidemos que el Reino que Dios quiere construir en sus hijos, requiere de la colaboración libre de cada uno.
Esto exige, particularmente, no ponerle límites a la gracia: el verdadero actor es Dios que hace maravillas en el vaso de barro que somos cada uno de nosotros.
Dispongámonos a cambiar nuestro propio corazón y hacerlo permeable a la gracia de Dios, para así poder alcanzar una vida de Santidad y seguimiento de Cristo y predicarla a todos los prójimos con el testimonio vivo y la palabra.
Que así sea.
Gracias Padre Daniel, Dios Padre lo bendiga y la Virgen Santísima lo proteja y lo presente siempre a su Hijo Jesús para que lo llene de Salud y mucha Paz y, tenga encendida la luz del entendimiento de su Santa Palabra al servicio de los menos afortunados, Amén.