Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.
Jesús promete hoy en el Evangelio la ayuda y asistencia permanente del Espíritu Santo hasta la verdad completa, porque no hablará por su cuenta sino que “recibirá de lo mío y lo anunciará a ustedes”.
El Espíritu Santo es el gran don que Jesús nos entrega. Sabe el Señor que la vida tiene dificultades y pruebas, conoce que hay opacidad y luz.
Por eso, nos deja su Espíritu dentro de nosotros y Él nos guía para que obremos bien y tomemos las decisiones correctas.
Al oír sus consejos estaremos escuchando la voz Jesús en nuestro corazón.
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Este don tan grande que recibimos lo debemos cuidar porque nos anunciará lo que ha de venir. En otras palabras, nos enseñará a ver los acontecimientos de nuestra vida ordinaria con los ojos de Dios, que es lo mismo que decir que nos enseñará a leer los signos de los tiempos.
Precisamente el Espíritu nos unge de Jesús para que tengamos los mismos sentimientos de Jesús y podamos así asumir la vida con las actitudes de Cristo, que ama a todos con el amor de Dios:
“Por tanto, pidamos al Padre que nos unja para que seamos plenamente hijos suyos, cada vez más conformados con Cristo, para sentirnos todos hermanos y así alejar de nosotros rencores y divisiones, y poder amarnos fraternamente”.