Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.
El Santo Evangelio de hoy quiere decir que el ser humano encuentra la plena felicidad en la medida que cumpla por amor los mandamientos de Jesús, pues ahí se da la unión con Él, esa es la savia del amor que tiene su origen en el Padre, manifestado en el amor de Jesús por sus discípulos, incluso hasta dar su Vida en la Cruz.
Es un proceso que va madurando en la comunión total e integral con Dios y se convierte en el signo distintivo de la vida comunitaria de los discípulos, a quienes Cristo enseña: “Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado.
Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. No los llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre se los he dado a conocer.”
Así las cosas, al dar el mandamiento del Amor, revela la comunión originaria y eterna de amor entre el Padre y el Hijo, y que el Hijo comunica a sus discípulos, por eso Jesús es fuente y modelo para vivir este mandamiento, que al mismo tiempo es la misión de los discípulos de cara al mundo:
“No me han elegido ustedes a mí, sino que yo los he elegido a ustedes, y los he destinado para que vayan y den fruto, y que su fruto permanezca; de modo que todo lo que pidan al Padre en mi nombre se los conceda. Lo que les mando es que se amen los unos a los otros”.
Nótese que se configuran tres círculos concéntricos de amor: el amor divino entre Jesús y el Padre, el amor salvífico de Jesús a toda la humanidad; y, el amor transfigurante (ser Jesús “dador de vida” para el otro) de la comunidad fraterna, esto es, el amor misionero de la comunidad apostólica.
En efecto, el discípulo ama porque es amado y se sabe amado por Jesús, con un amor caracterizado por la comunión (Se debe permanecer en ese amor) y la gratuidad (Precede a la decisión del discípulo, quien no debe sentirse autosuficiente ni desalentado, pues el amor de Jesús da la seguridad de su presencia y el auxilio en la misión de dar fruto que permanezca), por eso, Jesús llama a sus discípulos amigos, toda vez que les reveló todos los designios del Padre.
Manos a la obra, hay que inundar a toda la humanidad del verdadero amor, que viene de Dios y a Dios debe volver, por eso, el testamento de Jesús es que sus discípulos se amen unos a otros, como Él los ama, que fue cumpliendo la Voluntad de Dios Padre, que es el Amor y la Misericordia mismos.