Comentario del Evangelio, San Juan 6: 30-35 CATOLICO

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El Evangelio de este día nos lleva a pensar el misterio de la Eucaristía.

El Señor les dijo a sus discípulos: “el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo.»

Entonces le dijeron los discípulos: «Señor, danos siempre de ese pan».

A ello Jesús les respondió: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed”.

Jesús quiso quedarse presente para siempre desde la última cena en la Eucaristía.

Desde ese momento, tenemos la joya más preciosa para la Iglesia: es Cristo mismo escondido en las especies de pan y vino.

Allí se hace presente y se muestra como el pan del Cielo que alimenta con su vida a los creyentes.

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En la Eucaristía se comunica el amor del Señor por nosotros: un amor tan grande que nos nutre de sí mismo; un amor gratuito, siempre a disposición de toda persona hambrienta y necesitada de regenerar las propias fuerzas”.

Es por ello que no cabe una verdadera vida de fe que no se deja alimentar por Quien es la razón de la fe.

Sí, vivir la experiencia de la fe significa dejarse alimentar por el Señor y construir la propia existencia sobre esta realidad que no perece: su Palabra y su Cuerpo.

Es desde el misterio pascual donde nace la Iglesia, de modo que necesariamente, la vida de la Iglesia es la Eucaristía y la Palabra. Por ellos debe ser la Eucaristía el centro de la vida de los cristianos.

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