Domingo de Ramos en la Pasión del Señor
Comienza la Semana Santa, hoy es este primer día, y recordamos el momento de la entrada de Jesús en Jerusalén.
El Señor entra en la Ciudad Santa para celebrar la Pascua. Los peregrinos allí se encontraban con familiares y repetían gestos que permanecían en la memoria de los mayores con la esperanza en la liberación definitiva.
Jesús entró montado en un burrito y escuchando los vivas del pueblo. “Bendito el que viene en el nombre del Señor”. Y, todos los que contemplaban la escena se preguntaba: “¿quién es este?”.
La respuesta que demos a esta pregunta, es una medida de cuánto hemos avanzado en los caminos del Señor.
Es muy luminoso contemplar lo que Dios nos dice hoy en el relato de la Pasión:
Jesús entra en Jerusalén en la obediencia a la voluntad de su Padre. El Señor quiere entrar hoy en los planes de Dios y sabe cuál será el costo, y confía y se entrega a la Voluntad del Padre.
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Jesús, como segunda persona de la divina Trinidad, por su naturaleza Divina, sabe que el amor de Dios Padre vencerá, pese a la traición de Judas, la negación de Pedro, el juicio falso y arbitrario, la violencia y la burla de todos, el sufrimiento y de la soledad que experimentará Cristo, en la cruz, por su naturaleza humana.
Por ello, hoy, nuestra respuesta a esa entrega generosa por amor, es dar gracias con nuestra vida y nuestra entrega generosa a los demás. Gracias, decimos, y aquí estoy Padre para hacer tu voluntad.
Comencemos estos días con una mirada contemplativa guiada por la fe en el amor que Dios nos tiene, e iluminada por la oración, pidiendo cada día, la Gracia necesaria para imitar cada vez más a Cristo en nuestro pensar, sentir, decidir, hablar y actuar.
Los hechos que celebramos en la Pascua, no son momentos del pasado o escenas de un drama privado sin sentido, ellos tienen dimensión salvadora universal, son toda nuestra esperanza trascendente, y el sentido de nuestras vidas.
Miremos con amor y fe a Cristo Jesús, el Señor, que se entrega por nosotros, para comprender hasta donde llega su amor. Pidamos también la gracia de que también nosotros podamos manifestar el amor de Cristo a los que están cerca de nosotros todos los días del año.
Bendiciones.