“Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, sabrán que yo soy”.
Y esto nos hace meditar en el misterio de la Cruz salvadora.
La fe cristiana está centrada en el misterio de la venida de Cristo al mundo, con la misión de darnos el mayor don, la salvación que realiza el Señor con su muerte en cruz y su posterior resurrección.
Toda nuestra fe es incomprensible si no asumimos como elemento esencial, el amor del Dios encarnado, la humillación de Cristo, “que se humilló a sí mismo haciéndose siervo hasta la muerte y muerte de Cruz, para servir”.
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Todas las llagas de nuestros pecados son curadas en un único lugar, y ese es el misterio de Cristo crucificado.
Por tanto, el crucifijo no es un símbolo distintivo, sino que la Cruz, en sí misma es el misterio del amor de Dios, que se humilla a sí mismo, naciendo en un pesebre y muriendo en la Cruz, por amor a las almas.
Cristo que nunca pecó, tomó el camino humillante de la cruz, y asumió sobre sí nuestro pecado, sufriendo el mayor dolor, para salvarnos.
Al portar la cruz nos recordamos el camino del discípulo del Señor, del imitador de Cristo, aquella Cruz que nos abre el camino al Cielo si la abrazamos con amor a la Voluntad del Padre.
Tomemos la Cruz del Señor, pensando en el Juicio Final que nos espera, sabiendo que el Señor nos ha pedido que lo sigamos, porque nos ama, porque quiere que nos salvemos.
muchisimas gracias por estarme enviando el evangelio todo los dias deseo acercarme cada dia mas a mi dios padre gracias
Bendiciones. Demos gracias al Señor