Oración para rogar a Dios y bendecirle en el tiempo de la
tribulación.
Señor, sea tu nombre para siempre bendito y alabado, que quisiste que
venga sobre mí esta tentación y tribulación: yo no puedo huir de ella;
pero tengo necesidad de recurrir a ti, para que me ayudes,
y la conviertas en mi bien.
Señor, ahora estoy atribulado, y mi corazón está sufriendo; y estoy muy atormentado por la tentación.
Oh Padre amado ¿qué diré? Estoy preso de grandes angustias: sálvame en esta hora. Yo estoy aquí en este trance para que Tu seas glorificado cuando yo sea humillado y librado por ti.
Te suplico Señor, líbrame, porque yo en mi pobreza espiritual, ¿qué puedo hacer?
¿A dónde iré sin ti? Dame paciencia, Señor, también esta vez, y
ayúdame, Dios mío, y no temeré por más atribulado que sea.
Y ahora entre tantas angustias ¿qué diré, salvo, Señor, que sea
hecha tu voluntad?
Yo bien he merecido ser atribulado y angustiado: me conviene sufrir, y ojalá con paciencia, hasta que pase la tempestad, y haya serenidad.
Poderosa es tu mano, potentísima para quitar de mí esta tentación, y amansar su furor, para que no caiga del todo, así como otras muchas veces lo has
hecho conmigo, Dios mío, misericordia mía.
En cuanto a mí es todo más dificultoso, para tí es más fácil; dame Señor tu ayuda y luz para salir adelante.
- Extraído y adaptado del libro «La imitación de Cristo» de Tomás de Kempis.
Las tentaciones son muy útiles aunque sean molestas y graves porque en ellas el hombre se humilla, se purifica y aprende. Por muchas angustias y tentaciones todos los santos pasaron y aprovecharon y los que no fueron capaces de soportarlas fueron reprobados y desfallecieron. No existe comunidad tan santa ni lugar tan secreto donde no haya tentaciones y adversidades.
Nunca está el ser humano protegido totalmente de la tentación mientras viva porque de nosotros mismos brota la tentación debido a que nacimos inclinados al mal.
Cuando una tribulación o tentación nos abandona otra sobreviene y siempre tenemos algo por qué padecer ya que perdimos el gran bien de nuestra original felicidad. Muchos procuran huir de las tentaciones y vienen a caer más gravemente en ellas. No podemos vencerlas con solo huir sino con paciencia y verdadera humildad llegaremos finalmente a ser más fuertes que nuestros enemigos.
Quien sólo externamente deshecha el mal pero no lo arranca de raíz poco progresará. Porque pronto volverá a él la tentación y peor se sentirá. Poco a poco, con paciencia y entusiasmo, con la ayuda de Dios, podrás superarte y no con tu propia impaciencia y suficiencia. Acostúmbrate a aceptar buenos consejos cuando te sientas tentado y no trates con dureza al que tiene tentaciones sino más bien consuélalo como quisieras que lo hagan contigo.
El inicio de todas las malas tentaciones está en la inconstancia del ánimo y la poca confianza en Dios porque es igual a un barco sin timón empujado de aquí para allá por el oleaje, la persona apocada e inconstante en sus propósitos tentada por eso de diversas maneras. El fuego pone a prueba el hierro y la tentación al hombre honesto.
Desconocemos de qué somos capaces pero la tentación lo da a conocer. Debe estarse muy atento sobre todo al comienzo de la tentación porque entonces es más fácil vencer al enemigo. Si cerramos las puertas de la mente y le resistimos en la entrada apenas toca se acabará el problema. Por eso alguien dijo: “Opónte al comienzo; después, la medicina es inútil” (Ovidio Rem 2,91). Porque primero sobreviene a la mente un simple pensamiento después, una llamativa imaginación, finalmente el deleite y el impulso depravado y la aceptación.
Así poco a poco, va ingresando el maligno enemigo hasta el fondo por no haber sido rechazado al principio. Mientras más descuidado sea uno en resistir tanto más débil se irá haciendo y el enemigo contra él, más poderoso.
Gracias a dios por éste mensaje de saber pedirte y tanbonitas oraciones amén