Comentario del Evangelio, San Lucas 2, 22-40 CATOLICO

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«Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos»

También hoy, como en los tiempos en que el anciano Simeón pronunciara esta frase, Jesús puede ser causa de caída o elevación para muchos.

Será causa de caída para los soberbios, para los egoístas, para los lujuriosos y superficiales. El Señor puede redimirlos también a ellos, pero para eso tendrán que abandonar sus falsas seguridades y cambiar su actitud, para en vez de asemejarse al fariseo, tan orgulloso de sí mismo, se parezcan a aquél publicano de la parábola.

Cristo Jesús, será causa de elevación para los humildes, los que buscan su Palabra de vida con interés y hacen de ella guía segura para la Salvación. Será causa de elevación para quienes por una vida de piedad y sacramentos se dejen alcanzar por su Gracia.

El Señor hoy también es signo de contradicción. Él contradice nuestras excusas para responder al llamado de santidad, con la luz de su pasión y muerte en la Cruz, y desde allí nos llama a acompañarlo en su Resurrección, para rescatarnos de nuestra debilidad.

Y así como a la Virgen María, vivir junto a Cristo es por momentos una experiencia dolorosa. Junto al Señor muchas veces nos toca sentir una parte de la espada del dolor, que nuestra Santísima madre vivió durante la pasión de su hijo.

Es el dolor que sentimos frente a las injusticias y a la indiferencia del mundo frente a un Señor que es todo amor, que se renuevan en cada injusticia cometida hacia los más débiles.

En unidad con su Espíritu experimentamos un agudo dolor, como el de una espada que nos atriesa frente al aborto, frente a la eutanasia y a tantas cosas perversas que hoy se quieren imponer como «derechos», cuando no son sino otra manera más de crucificar a Cristo atacando a la vida de los más débiles.

Así también, ante la luz fulgurante de Dios que se hace carne y viene al mundo nada permanece oculto. Todos los pensamientos más íntimos se ven con claridad. Ya no se puede justificar la rebeldía a Dios, ni sostener la soberbia de un humanismo que no se deja guiar por su creador, del que reniega y se pretende desembarazar.

Cada vez que vemos a personas, grupos y hasta gobiernos enteros que actúan para esconder el nombre de Cristo excusándose en «no ofender a otros», vemos como en el agua los pensamientos internos de resentimiento, soberbia y otros que el mismo diablo ha infundido por el odio y la envidia que Cristo y su Iglesia le despiertan.

Cristo vive por siempre, y con Él el camino, la verdad y la vida, que llegan a nosotros dentro de una familia humana, la Sagrada Familia, modelo, guía y protección de todas las familias Cristianas. Que la Gracia del Señor así nos lo hagan entender y vivir, en unidad con su Espíritu.

Que así sea.