Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos.
Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes! Y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana.
No desechéis, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente.
Amén.
San Bernardo de Clarvaix (Claraval)
Devoción mariana de San Bernardo:
En el occidente cristiano y a partir de finales del siglo XI, se potenció grandemente el culto popular a la Virgen María, que ya venía desde los primeros Cristianos.
San Bernardo tuvo un papel importante en la difusión del santísimo culto mariano. Su teología sobre María fue rápidamente aceptada por los fieles y sus sermones se difundieron por toda la cristiandad. El más conocido, es Del acueducto: «…tan grande acueducto…sobrepasase los cielos y pudiese llegar a aquella vivísima fuente de las aguas que está sobre los cielos…¿Cómo llegó este nuestro acueducto a aquella fuente tan sublime? […]
Según está escrito: la oración del justo penetra en los cielos…¿Quién será justo, si no lo es María, de quien nació para nosotros el sol de justicia? […]
Sea lo que fuere aquello que dispones ofrecer, acuérdate de encomendarlo a María, para que vuelva la gracia, por el mismo cauce por donde corrió, al dador de la gracia…aquello que deseas ofrecer, procura depositarlo en aquellas manos de María… a fin de que sea ofrecido al Señor, sin sufrir de Él repulsa…»