«Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras.»
Jesús se queja de la falta de coherencia de su pueblo. Se inventan siempre algún pretexto para no aceptar el mensaje de Dios anunciado primero por Juan el Bautista, quién vivía en el desierto comiendo langostas y miel, y luego en su perfección iluminado por Jesús, a quién acusan de borracho y glotón.
Pero la verdad se impone, más allá de los caprichos de los que hacen de todo por negarla.
¿Cuántas veces vemos como el orgullo lleva a las personas a mentirse a sí mismas con tal de no aceptar una verdad que les duele? Frente a estos casos la sentencia de Cristo es contundente. La verdad se impondrá aunque no les guste.
Porque sus obras serán tan evidentes, como evidentes son los milagros de Cristo, o la Santidad de su Iglesia, que en la sangre de sus mártires y en la vida de sus santos hace las obras del Señor, que reflejan la sabiduría de Dios.
Esta es la sabiduría del Señor, de la que habla la Sagrada Escritura en Proverbios 8: 17-36:
««Yo, la Sabiduría, habito con la prudencia, yo he inventado la ciencia de la reflexión. 13.(El temor de Yahveh es odiar el mal.) La soberbia y la arrogancia y el camino malo y la boca torcida yo aborrezco.
14.Míos son el consejo y la habilidad, yo soy la inteligencia, mía es la fuerza…
17.Yo amo a los que me aman y los que me buscan me encontrarán… 19.Mejor es mi fruto que el oro, que el oro puro, y mi renta mejor que la plata acrisolada.
20.Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad…
22.«Yahveh me creó, primicia de su camino, antes que sus obras más antiguas. 23.Desde la eternidad fui fundada, desde el principio, antes que la tierra. 24.Cuando no existían los abismos fui engendrada, cuando no había fuentes cargadas de agua. 25.Antes que los montes fuesen asentados, antes que las colinas, fui engendrada. 26.No había hecho aún la tierra ni los campos, ni el polvo primordial del orbe…
32.«Ahora pues, hijos, escuchadme, dichosos los que guardan mis caminos. 33.Escuchad la instrucción y haceos sabios, no la despreciéis.
34.Dichoso el hombre que me escucha velando ante mi puerta cada día, guardando las jambas de mi entrada. 35.Porque el que me halla, ha hallado la vida, ha logrado el favor de Yahveh. 36.Pero el que me ofende, hace daño a su alma; todos los que me odian, aman la muerte.»».
Pidamos al Señor nos de el Don de la Sabiduría, para que sin mentirnos a nosotros mismos reconozcamos nuestra pequeñez y cuánto necesitamos de Cristo para vivir.
Que así sea.
» Amén «