«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.»
«…Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo»
El séptimo artículo del Credo nos enseña que al fin del mundo Jesucristo, lleno de gloria y majestad, vendrá del cielo para juzgar a todos los hombres, buenos y malos, y dar a cada uno el premio o el castigo que hubiere merecido.
En el juicio universal se manifestará la gloria de Dios, porque todos conocerán con cuanta justicia gobierna Dios el mundo, aunque ahora se ven muchas veces afligidos los buenos y en prosperidad los malos.
Esta importante verdad de fe, nos llama a reflexionar como el Cielo o el infierno se juegan en una respuesta que damos o no damos.
Por definición Cristo, es Jesús, es decir el Salvador. Cristo vino a salvarnos, nos llama a esa salvación, nos indica el camino con su pasión muerte y resurrección, y nos da las pautas del camino al que nos invita con su predicación en parábolas, milagros, hechos suyos y de sus discípulos.
Ser cristianos es ser seguidores de este Cristo, hombre Dios, que ha venido a salvarnos.
Él ha derrotado a la muerte, y nos invita a unirnos a su victoria. Nos llama y nos dice, en esto se juega la salvación que les ofrezco:
¿Abusan ustedes de los débiles? ¿Hacen el mal cada vez que pueden y por el sólo hecho de que pueden? ¿Se comportan bien sólo cuando les conviene o cuando la fuerza de los fuertes los doblega o atemoriza?
¿O son ustedes de los que toman riesgos por aquellos que son débiles? ¿Son ustedes de los que pudiendo obrar mal, no lo hacen porque saben que Dios no quiere que actúen así?
¿Dan ustedes su tiempo por aquellos que no les pueden devolver el favor? ¿Por aquellos que son despreciados y olvidados?
Son grandes respuestas a un gran Dios. Si no tenemos respuestas positivas, nuestro destino eterno es muy preocupante. Y si es así, es un buen momento para convertirnos y responder al llamado de Cristo.
¿Hacías todo por dinero? Empieza a dar algunas horas de tu semana a alguien que lo necesita y que no te puede pagar nada, ni devolverte el favor.
¿Hacías el mal porque podías? Hazte cada día, la propuesta de sacrificarte en algo, de manera que los que traten contigo puedan decir que eres una persona generosa que se ocupa de los demás sólo por contentar a Dios.
Pequeñas grandes obras, que el Señor espera de nosotros.
Pidamos su gracia para que el sentido positivo de su invitación a la Salvación nos ayude a nacer de nuevo en el Espíritu del amor de Dios, el creador de todas las cosas, que ama toda su creación. Que el Señor reine en nuestras vidas. Y que viva Cristo Rey!!!
Que así sea.