«Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?»
Es una dura pregunta que en cada época y cada vida el Señor hace.
Cristo nos pide rezar con insistencia. Pedir día y noche. Pero … ¿Qué pedir?
¿Insistir con nuestros sueños mundanos, con nuestros deseos para nosotros y para los nuestros..?
¿Es esa una señal de que tenemos fe? ¿Nos encontrará la venida de Cristo con la fe suficiente para salvarnos?
Debemos rezar con insistencia. Pero pedir bien. Pedir primero que nada ser santos. Pedir más fe. Pedir poner toda la confianza, la esperanza en Dios. Pedir amar a Dios por sobre todas las cosas.
Y pedir todo eso siempre, con todo el corazón.
Debemos pedir como pediría la Virgen Santa frente a la pasión y muerte de Cristo. Como pidió el Señor Jesús en Getsemaní:
«Padre, si es posible aparta de mí este cáliz. Pero no se haga mi voluntad sino la tuya.»
Esa es nuestra fe. Imitar a Cristo en todo, y pedirle siempre que nos de un corazón manso y humilde como el suyo.
Y cuando no sepamos como rezar, tomemos el Padre Nuestro, que es modelo de toda oración bien hecha.
Y pidamos al Señor la Gracia de recordar «que nadie puede estar en paz continuamente, si no se esfuerza por ser el más pequeño y sumiso a todos.»
Digámonos cada día en nuestra oración: «Has venido a servir, no a dirigir; se te ha llamado para soportar y trabajar no para que estés ocioso y fantaseando.
Nuestra fe de verdad pone a prueba a las personas como el oro en el crisol. En el camino de imitación a Cristo nadie persevera si no quiere humillarse ante Dios de todo corazón.» (Tomás de Kempis la imitación de Cristo).
Que así sea.
Muy bueno!!