Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael
La Iglesia celebra la fiesta de San Miguel y de todos los Ángeles el día 29 de septiembre, y la fiesta de los Ángeles Custodios, el día 2 de octubre.
La fe católica nos conduce a saber que Dios ha creado seres puramente espirituales, las criaturas angélicas. Estas criaturas se encuentran presentes de modo especial en la historia de la relación de los hombres con Dios. Tal es así que si negáramos su existencia nada de esa relación podría ser.
De hecho aparecen con toda naturalidad junto al hombre en toda la Historia Sagrada.
Su presencia es habitual y, a tres de ellos, los Santos Arcángeles, se los designa por su nombre, como Miguel, Gabriel y Rafael por su papel relevante y significativo.
A San Miguel se reserva el reconocimiento de ser el príncipe de todos los Ángeles y su ángel tutelar.
Es importante saber que sólo tres Arcángeles tienen nombre conocido, por lo que los supuestos nombres de 7 arcángeles y otras prácticas new age no son católicas, y probablemente tengan inspiración demoníaca, por lo que debemos evitarlas.
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En el Evangelio aparecen y Jesucristo habla de ellos. En el nacimiento en Belén, en el desierto después de su ayuno y de haber sido tentado por el diablo le sirven; un ángel le conforta en la agonía de Getsemaní; están presentes junto al sepulcro de Cristo resucitado… y más, cuando se refiere al fin del mundo, vendrán acompañando al Señor.
En la fiesta de los tres arcángeles, agradezcamos a Dios por la gracia que les dio de permanecer fieles, cuando Lucifer y sus secuaces se rebelaron contra El. Por ello podemos contar con nuestros Arcángeles como defensores y consejeros.
Pidamos a Dios la Gracia de poder imitarlos en su fidelidad y en su celo por la Gloria divina, y roguemos a los Santos Arcángeles para que presenten al Padre del Cielo nuestras súplicas y nos alcancen el auxilio divino.
Así sea.
Es muy necesario para mi, crecer en la fe’ , gracias por aumentar mi fe y el conocimiento acerca de la fe’ y del Amor hacia Jesus y la Virgen Maria, ame’n.
Pidamos al Señor la Gracia de amar su palabra, y poder acercarnos a su Iglesia para recibir la Palabra viva en la Liturgia, en la Tradición y en el magisterio, verdadera custodia del tesoro de Vida eterna. Bendiciones