Comentario del Evangelio San Lucas 6,6-11

Entremos en la Palabra del Señor. "Porque la letra mata, pero el Espíritu da vida".

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¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?

Es la pregunta que hace Jesucristo frente a los fariseos que cegados de envidia y celo mal entendido por la ley de Dios, se enfurecían por los milagros que obraba el Señor.

¿Cómo podían ser tan ciegos y no ver que estaban frente al Señor de los milagros, el mismo Dios?

Cristo se había mostrado capaz de hacer milagros tan impresionantes como resucitar a los muertos, dar la vista a los ciegos de nacimiento, purificar leprosos, hacer caminar a los paralíticos, y tantos otros más que no alcanzaría toda la Biblia para contar.

En estos milagros, el Señor había actuado por encima de las leyes de la naturaleza, había vencido las reglas de la ciencia.

Estos prodigios nos hablan de su autoridad. ¿Quién hizo estas leyes de la Naturaleza? ¿No fue Dios mismo?

Entonces, si Cristo podía y puede obrar sobre estas leyes, es porque Él es Dios y es el dueño de ellas.

Si Cristo es dueño de las leyes de la naturaleza, con mayor razón, también es dueño de los mandamientos, y es dueño de las reglamentaciones humanas.

El es Dios, no nos cansemos de repetir esto, y Él ha creado los mandamientos para nuestro bien, como las vías por las que va el tren, que si bien limitan el andar del tren, por esto mismo evitan que el tren pierda su camino, y así lo ayudan a llegar a su destino.

Para entender esto hay que tener fe en la divinidad de Cristo. Un tema que el Evangelio que venimos leyendo durante la última semana trata con insistencia.

Cristo es el Señor de la historia, en Él tienen sentido las leyes de la naturaleza, los mandamientos y las interpretaciones.

Sin Cristo no hay milagros, todo se vuelve una matemática fría, un cálculo egoísta, una opresión de los unos a los otros, sin vocación de eternidad.

Pidamos al Señor un corazón puro, lleno de esperanza y una fe inquebrantable que nos permita mantener la mirada fija en el Cielo en el medio de las preocupaciones del día a día, poniendo toda nuestra confianza en el Señor de los milagros, Cristo Dios.

Bendiciones

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