«Pero si es un mal servidor, que piensa: ‘Mi señor tardará’,
y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos, su señor llegará el día y la hora menos pensada, y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas.»
En el fragmento que leemos hoy del Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo, Cristo nos advierte sobre la pereza espiritual.
Es el caso de aquellos que confiados en la misericordia de Dios, especulan que seremos salvados de todas maneras, y eligen vivir alejados de la voluntad de Dios, arriesgando un destino eterno que puede ser muy sombrío.
El Padre del Cielo, ciertamente es misericordioso. Tanto lo es que soporta esta humanidad que vive en una gran mayoría alejada de su creador, sin reconocer a su Divino Hijo venido a sacrificarse por los hombres.
Pero no debemos hacer de ello un motivo para nuestra ruina espiritual y moral.
Debemos actuar con buena conciencia, y cada día estar atentos a la gracia del Señor que nos asiste para vivir en Santidad. Sólo así podemos confiar en su misericordia.
Es clara la sagrada escritura en subrayar siempre la Misericordia de Dios, tanto y aún más que su Justicia.
El Señor nos pide adecuarnos a su ley, porque nos ama, y sabe que es lo mejor para nosotros.
Para entender esto nos puede ayudar repasar con atención el Salmo 103 (8-10, 16-18):
«El Señor es misericordioso y compasivo, el Señor es paciente y todo amor; no está siempre acusando ni guarda rencor eternamente; no nos trata como merecen nuestras culpas ni nos paga según nuestros delitos.»
«¡El hombre! Como la hierba son sus días, como la flor del campo, así florece; pasa por él un soplo, y ya no existe, ni el lugar donde estuvo vuelve a conocerle.
Mas el amor de Dios para los que le temen, es desde siempre hasta siempre y su justicia para los hijos de sus hijos, para aquellos que guardan su alianza, y se acuerdan de cumplir sus mandatos.»
Este bello salmo nos enseña la condición para gozar de la misericordia de Dios, «guardar la alianza con Dios y acordarse de cumplir sus mandamientos».
Es en esa intención, que el Señor nos perdonará todo pecado del cuál estemos sinceramente arrepentidos y llevemos a la confesión sacramental.
Pidamos al Señor la Gracia de permanecer en su amor, y repitamos frecuentemente la Jaculatoria que por años repitieron muchos de nuestros abuelos: «Qué la muerte nos encuentre confesados.»
#EvangeliodelDia #EvangelioDeHoy #31agosto Estén #prevenidos, porque #ustedes no #saben qué #día vendrá su #Senor .https://t.co/Q1apVBQWDx
— Santa Virgen María (@santavirgenSVM) August 31, 2017
SEÑOR A TUS PIES SIEMPRE ESTOY, PERDONA MIS CULPAS Y PECADOS, HAZME LIBRE, QUE PUEDA RECIBIR DE TU SANTO ESPIRITU, CONCEDEME SER CADA VEZ MAS HUMILDE, SINCERA Y MAS FIEL A TU PALABRA, PARA QUE SE AMPLIE TU SANTO REINO, PADRE.