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COMENTARIO DEL EVANGELIO DE HOY MARTES

Buenos días.

El evangelio de hoy nos relata un milagro que busca afianzar nuestra fe:

El Señor con sus discípulos sube a la barca para pasar a la otra orilla, pero en el viaje se desata la tormenta. Las olas eran fuertes y estremecen la barca, tanto que parece que va a hundirse.

Sin embargo, ante la sorpresa de los discípulos, Jesús en la popa continúa durmiendo.

Esto los hace preocupar y por eso lo reprenden. Ellos piensan que Jesús no cuida de sus vidas.

Sin embargo, al escucharlos, Él les reprocha su poca fe. Ellos, en cambio, creían que estar con Jesús, los libraría de todo problema.

Es allí donde los apóstoles se dan cuenta de la enseñanza que nos quiere dejar este relato: se dieron cuenta que aún junto a Jesús, las olas pueden ser muy fuertes y hacer estremecer la barca.

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Jesús les está marcando el camino del Cristiano, que no es uno sin cruces o sin espinas, sino uno lleno de problemas, pero lleno de esperanza, en la certeza de poder enfrentarse a la vida con fe, es decir con Cristo, en Cristo y por Cristo.

Cualquier tempestad es ocasión para probar nuestra fe y fortalecerla. En especial cuando tenemos la impresión de que todo parece que se hunde. Cuando parece que Dios duerme.

Recordemos que Dios no nos ha prometido el cielo en la tierra, por tanto, la travesía, muchas veces, no es apacible en el mar de esta vida.

Consecuentemente, el Señor no está con nosotros para hacer lo que a cada uno corresponde hacer. Como dice el dicho «ayúdate que Dios te ayudará», es decir da tu mejor respuesta a los problemas, que el Señor con su Gracia te asistirá.

La Fe es una virtud sobrenatural, infundida por Dios en nuestra alma, y por la cual, apoyados en la autoridad del mismo Dios, creemos que es verdad todo lo que Él ha revelado y nos propone creer por medio de la Iglesia.

Cristo nos llama a no tener miedo, a no desesperar en la tribulación, a confiar en la Gracia de Dios, y ser obedientes a los mandatos del Padre. Eso es lo que enseña la madre Iglesia y nos dice la Sagrada escritura.

Por eso ante el temor y los miedos que pueden hundirnos en la desesperación, debemos llamar a ese Dios que parece dormido en la barca.

Y lo despertamos al escuchar las palabras del Señor en su misa, en la Biblia, en el Catecismo; al seguir a Jesús imitándolo aún en la dificultad, al rezarle frecuentemente.

Pidamos al Señor esa gracia, en la certeza que la fe, y no la falta de problemas, es la fuente verdadera de nuestra paz, confianza y seguridad.

Bendiciones.

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