Solemnidad del Nacimiento de san Juan Bautista
Hoy la Iglesia celebra a un gran santo, él es un profeta, él último de ellos que anuncia la presencia del Redentor.
El Señor Jesús nos da idea de cuán grande es su figura para la buena noticia:
«Yo les digo que entre los hijos de mujer no hay ninguno más grande que Juan Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más que él.»
La Iglesia desde siempre sostiene que San Juan Bautista no nació en pecado como los demás hombres, porque fue santificado en las entrañas de su madre Santa Isabel, a la presencia de Jesucristo y de la Santísima Virgen (en el momento de la visitación de María a su prima, y cuando el Señor y San Juan estaban en el seno materno).
San Juan Bautista, desde sus primeros años, se retiró al desierto, donde pasó la mayor parte de su vida, y juntó constantemente a la inocencia de costumbres la más austera penitencia.
Él dice de sí: «Yo soy una voz, una voz en el desierto», pero «es una voz sin la Palabra, porque la Palabra no es Él, es Otro». El sentido y la misión de la vida es indicar a otro”.
Juan era la luz que ilumina con la luz de Dios al Mesías. Era el hombre de la luz, llevaba la luz, pero no era su propia luz, era una luz reflejada».
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San Juan Bautista fue llamado Precursor de Jesucristo porque Dios le envió para anunciar a los judíos la venida de Jesucristo y para prepararlos a que lo recibiesen.
El mundo se alegró con el nacimiento de San Juan Bautista porque indicaba estar próxima» la venida del Mesías.
En San Juan Bautista hemos de imitar:
1ª, el amor al retiro, a la humildad y a la mortificación;
2ª, el celo por hacer conocer y amar a Jesucristo;
3ª, su fidelidad con Dios, prefiriendo su gloria y la salvación del prójimo a los respetos humanos. (Recordemos que fue degollado por orden de Herodes Antipas, por la santa libertad con que había reprendido la vida escandalosa de este príncipe.)
Pidamos al Señor que nos eligió como instrumentos, tomar como modelo de vida y testimonio a San Juan el Bautista, siendo siempre dóciles a la misión cristiana de reflejar a Cristo, y preparar sus caminos, para que ilumine con su luz a las almas.
Bendiciones