En el Evangelio de este día, el Señor Jesús nos habla del amor que tiene por cada uno de nosotros:
“Como el Padre me amó, yo también los he amado a ustedes”.
La forma de corresponder a un amor tan grande es hacer crecer nuestro amor a Cristo, haciendo carne su vida, imitándolo.
Para ello debemos recordar que así como para Dios hijo, Jesucristo nuestro Señor, en su paso por la tierra se ocupó a hacer siempre la voluntad del Padre, así también nosotros tenemos que pasar por nuestras vidas haciendo la voluntad de Dios, imitando la vida de Cristo.
Jesús nos pide que dejar que la gracia se haga fecunda en nosotros: “Les he dicho esto, para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea colmado”.
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Experimentar el amor de ese Dios misericordioso que nos quiere con nuestros límites y miserias es lo que provoca la alegría plena del cristiano.
Por eso, el Papa Francisco insiste tanto en la alegría. Cuando nos acercamos a Dios sin la armadura de nuestra vanidad y soberbia, desde ese lugar brota precisamente del encuentro personal y profundo con su amor.
La cercanía a Jesús, el contacto con su presencia eucarística y el servicio a los hermanos es la clave para saber permanecer en el amor y la manera de hacer efectivo ese cumplir los mandamientos.
Es así donde nuestra vida, dejada abrazar y envolver por el amor de Dios, contagia el estilo de vida alegre, positivo, entusiasta del Evangelio del Señor.
Bendiciones.
Solo Dios nos ama de verdad Su amor es verdadero