Buenos días.
Hoy el Evangelio nos recuerda cómo preguntaban y discutían los judíos sobre quién era Jesús:
“Unos decían: Este es verdaderamente el profeta. Otros decían: Este es el Cristo”.
Lo cierto era que había quienes querían matarlo.
Y fue así como intervino Nicodemo un rico judío, fariseo, educado, maestro de Israel y miembro del Sanedrín. Él conocía a Jesús y salió a defenderlo: llamó a la reflexión a los fariseos sobre la necesidad de conocer a Jesús antes de juzgarlo.
Ciertamente, los fariseos estaban cerrados y no querían escuchar. Ellos tenían un corazón no sólo pecador, sino también endurecido y, por tanto, era imposible que pudieran escuchar la voz del Señor.
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Comenta el Papa Francisco hablando de los fariseos:
“De pecadores, han resbalado, se han convertido en corruptos. Es tan difícil que un corrupto consiga volver atrás. El corrupto está obsesionado con sus cosas.
Y por esto se justificaban porque Jesús, con su sencillez, pero con la fuerza de Dios, les molestaba. Y paso a paso, terminan por convencerse que debían matar a Jesús, y uno de ellos dijo: ‘Es mejor que un hombre muera por su pueblo’” (Francisco, 27-III-2014).
¡Qué importante es la conversión del corazón!
En aquella conversación previa que Nicodemo había tenido con Jesucristo descubrió que debía cambiar de mentalidad. Fueron las palabras y la persona del Salvador lo que lo hace reaccionar y cambiar: esta conversión lo llevo a ser santo.
Hoy les propongo preguntarnos qué nos pide el Señor, que hagamos un discernimiento profundo de quién es el Señor y qué quiere de nuestras vidas, seguro encontraremos el camino de la conversión y la santidad.
Bendiciones.
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— Santa Virgen María (@santavirgenSVM) April 1, 2017
Presbítero Daniel Cirrincione
El Padre Daniel desde hace 19 años es sacerdote en la prelatura del Opus Dei, y doctor en Derecho Canónico. Ha desarrollado una intensa y variada labor pastoral, con gente de toda condición, edades y situaciones.