Buen día.
El Evangelio de este día nos presenta un nuevo milagro, en un paralítico que es ayudado por unos amigos, que llevan al lisiado al encuentro con el Señor.
La fe de cada cristiano debe tener la osadía del atrevimiento de llegar hasta donde sea para que los demás descubran la presencia salvadora de Dios. Si no fuera así, sin duda, a esa fe le falta crecer.
La auténtica fe supera los obstáculos que se presenten, se juega, va más allá del riesgo, por eso es fe creativa y no se detiene. La fe de estos hombres que ayudan el paralítico tiene estas características.
Ellos, quizás en un comienzo, buscan sólo el taumaturgo que cure a su amigo, pero, como su fe es tan atrevida que los lleva a “haciendo un agujero en el techo, descolgaron la camilla” y la acción de la gracia supera sus expectativas.
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La fe se expresa (se ve) en ellos por medio de actitudes de inconformidad.
Es la inconformidad lo que les da la energía para procurar por todos los medios posibles buscar una solución a la enfermedad del paralítico.
La fe se ve por medio de gestos de solidaridad, por medio de manifestaciones de esperanza, y por medio de actitudes de inconformidad ante lo que sabemos que tiene que cambiar.
El Evangelio nos desafía alentándonos a la Misión. Nos dice, entre otras cosas, que debemos ser los camilleros de nuestros hermanos.
Podríamos decir que, con la curación del paralítico, el Señor quiere sumar al sanado en la cadena de ayuda a los demás, tal como lo hicieron sus amigos con él, ahora su misión será ir y hacer con otros lo mismo.
La tarea del cristiano, fundada en su oración personal y comunitaria, es la de ayudar a que el Señor pueda obrar el milagro de la conversión entre quienes nos rodean.
Nosotros que hemos sido sanados, perdonados, tantas veces estamos invitados a sanar a nuestros hermanos.
A ser mensajeros de una solidaridad, que llega a su punto más alto, cuando hace de todo para que llevar a nuestros prójimos con Jesús, verdadera cura, verdadera luz y verdadero camino.
Bendiciones.
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Presbítero Daniel Cirrincione
El Padre Daniel desde hace 19 años es sacerdote en la prelatura del Opus Dei, y doctor en Derecho Canónico. Ha desarrollado una intensa y variada labor pastoral, con gente de toda condición, edades y situaciones.
