Muy buenos días.
Como para que nos quede bien grabado en nuestros corazones el Evangelio de hoy vuelve a repetir unas palabras que escuchábamos ayer: Ven y verás.
Y, ciertamente, todos hemos conocido al Señor gracias a alguien que nos invitó a conocer a Cristo.
En la vida de cada cristiano se repite el evento de Felipe que estimula a Natanael a encontrar a Jesús.
Como dice el Papa:
“Dios nos ha escogido y bendecido con un propósito: Para que fuésemos santos e irreprochables en su presencia.
Nos eligió a cada uno de nosotros para ser testigos de su verdad y su justicia en este mundo. Creó el mundo como un hermoso jardín y nos pidió que cuidáramos de él.
Pero, con el pecado, el hombre desfiguró aquella belleza natural; destruyó también la unidad y la belleza de nuestra familia humana”. (Francisco, 18-I-2015).
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Cada católico es un elegido para ser testigo de su verdad y su justicia en este mundo, una auténtica maravilla de amor.
Por eso, demos gracias porque Dios ha entrado en nuestras vidas, gracias por ser ese tesoro de la fe que he recibido con la ayuda de otro (padres, hermanos, amigos).
Gracias, por la oportunidad de venir y verte, de conocerte más de cerca y de descubrir tu amor. Gracias porque, siendo el Hijo de Dios, has querido vivir entre nosotros.
La alegría de la gracia, de la felicidad, es contagiosa y de allí nace la responsabilidad de compartirla.
¡Cuántos no han escuchado de esa Alegría que inunda nuestras vidas que viene de Jesucristo nuestro Señor!
No podemos guardarnos el mayor tesoro de la humanidad para nosotros mismos.
Tenemos la noble y apasionante tarea de compartirlo, de transmitir la gran noticia: ¡hemos encontrado a Aquél que da sentido al corazón humano!
Por eso, terminemos nuestra meditación dando gracias y pidiendo al Señor nos de ese fuego misionero, que no es otra cosa que transmitir el encuentro que tuvimos con Él.
Bendiciones
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Presbítero Daniel Cirrincione
El Padre Daniel desde hace 19 años es sacerdote en la prelatura del Opus Dei, y doctor en Derecho Canónico. Ha desarrollado una intensa y variada labor pastoral, con gente de toda condición, edades y situaciones.