ORACION A SANTA MARIA MADRE DE DIOS

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Santa María, Madre de Dios, consérvame un corazón de niño, puro y cristalino como el tuyo. Dame un corazón sencillo que no se quede en las tristezas; un corazón grande para entregarse por completo, tierno en la compasión; un corazón fiel y generoso que no olvide ningún bien ni guarde rencor por ningún mal.

Fórmame un corazón manso y humilde, que ame sin pedir nada a cambio, gozoso al desaparecer en otro corazón ante tu divino Hijo; un corazón grande e indomable que con ninguna ingratitud se cierre, que con ninguna indiferencia se canse; un corazón que construya todo sobre la roca de Jesús, que toda su vida sea poner en el centro a Dios y todo se ordene para hacer su santa voluntad, un corazón que alabe, que adore a Cristo nuestro Señor, por los siglos de los siglos.

Amén

SOLEMNIDAD DE SANTA MARIA MADRE DE DIOS

Virgen María. La fiesta mariana más antigua que se conoce en Occidente es la de «María Madre de Dios”.
Qué hermoso repetir lo que decía San Estanislao: «La Madre de Dios es también madre mía». Quien nos dio a su Madre santísima como madre nuestra, en la cruz al decir al discípulo que nos representaba a nosotros: «He ahí a tu madre», ¿será capaz de negarnos algún favor si se lo pedimos en nombre de la Madre Santísima?

Al saber que nuestra Madre Celestial es también Madre de Dios, sentimos brotar en nuestro corazón una gran confianza hacia Ella.
Cuando en el año 431 el hereje Nestorio se atrevió a decir que María no era Madre de Dios, se reunieron los 200 obispos del mundo en Éfeso (la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años) e iluminados por el Espíritu Santo declararon: «La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios». Y acompañados por todo el gentío de la ciudad que los rodeaba portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando: «Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén».
El título «Madre de Dios» es el principal y el más importante de la Virgen María, y de él dependen todos los demás títulos y cualidades y privilegios que Ella tiene.
Los santos muy antiguos dicen que en Oriente y Occidente, el nombre más generalizado con el que los cristianos llamaban a la Virgen era el de «María, Madre de Dios».