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ORACION PARA PEDIR SALUD

Hoy 11 de Noviembre celebramos el día de San Martín de Tours, caballero de Cristo…Pide su intercesión con esta oración:

Gloriosos San Martín de Tours, caballero romano, que recibiste el don de la caridad, generosidad, humildad y perdón.

Por las pruebas a las que fuiste sometido por el Señor, yo te pido que combatas la pobreza de mi alma, que me ayudes a encontrar el camino que me lleve a Dios. Y estar dispuesto a la batalla contra el mal, dándole la mano a Jesús que me espera y va delante en la lucha.

Sana mi alma de todo pecado y mi cuerpo de todo mal, tu que ayudaste con tanto amor a quel anciano, y a tantos enfermos, cúbreme con tu manto y pide por mi a Dios,  ayúdame a purificarme y a hacer la voluntad de mi Padre, para llegar a gozar de la gloria del cielo por los siglos de los siglos. Amén.

LA VIDA DE SAN MARTIN DE TOURS

Nació en Hungría, pero sus padres se fueron a vivir a Italia. Era hijo de un veterano del ejército y a los 15 años ya vestía el uniforme militar.
Durante más de 15 siglos ha sido recordado nuestro santo por el hecho que le sucedió siendo joven y estando de militar en Amiens (Francia). Un día de invierno muy frío se encontró por el camino con un pobre hombre que estaba tiritando de frío y a medio vestir. Martín, como no llevaba nada más para regalarle, sacó la espada y dividió en dos partes su manto, y le dio la mitad al pobre. Esa noche vio en sueños que Jesucristo se le presentaba vestido con el medio manto que él había regalado al pobre y oyó que le decía: «Martín, hoy me cubriste con tu manto”.

Tan pronto Martín tuvo esta visión se hizo bautizar. Luego se presentó a su general que estaba repartiendo regalos a los militares y le dijo: «Hasta ahora te he servido como soldado. Déjame de ahora en adelante servir a Jesucristo propagando su santa religión». El general quiso darle varios premios pero él le dijo: «Estos regalos repártelos entre los que van a seguir luchando en tu ejército. Yo me voy a luchar en el ejército de Jesucristo, y mis premios serán espirituales».

Tan pronto Martín tuvo esta visión se hizo bautizar. Luego se presentó a su general que estaba repartiendo regalos a los militares y le dijo: «Hasta ahora te he servido como soldado. Déjame de ahora en adelante servir a Jesucristo propagando su santa religión». El general quiso darle varios premios pero él le dijo: «Estos regalos repártelos entre los que van a seguir luchando en tu ejército. Yo me voy a luchar en el ejército de Jesucristo, y mis premios serán espirituales».

Estuvo diez años dedicado a orar, a hacer sacrificios y a estudiar las Sagradas Escrituras. Los habitantes de los alrededores consiguieron por sus oraciones y bendiciones, muchas curaciones y varios prodigios. Cuando después le preguntaban qué profesiones había ejercido respondía: «fui soldado por obligación y por deber, y monje por inclinación y para salvar mi alma”.

Un día en el año 371 fue invitado a Tours con el pretexto de que lo necesitaba un enfermo grave, pero era que el pueblo quería elegirlo obispo. Apenas estuvo en la catedral toda la multitud lo aclamó como obispo de Tours, y por más que él se declarara indigno de recibir ese cargo, lo obligaron a aceptar.

En Tours fundó otro convento y pronto tenía ya 80 mojes. Y los milagros, la predicación, y la piedad del nuevo obispo hicieron desaparecer prontamente el paganismo de esa región, y las conversiones al cristianismo eran de todos los días.
Supo por revelación cuándo le iba a llegar la muerte y comunicó la noticia a sus numerosos discípulos. Estos se reunieron junto a su lecho de enfermo y le suplicaban llorando: «¿Te alejas padre de nosotros, y nos dejas huérfanos y solos y desamparados?». El santo respondió con una frase que se ha hecho famosa: «Señor, si en algo puedo ser útil todavía, no rehuso ni rechazo cualquier trabajo y ocupación que me quieras mandar».
Pero Dios vio que ya había trabajado y sufrido bastante y se lo llevó a que recibiera en el cielo el premio por sus grandes labores en la tierra.
El medio manto de San Martín (el que cortó con la espada para dar al pobre) fue guardado en una urna y se le construyó un pequeño santuario para guardar esa reliquia. Como en latín para decir «medio manto» se dice «capilla», la gente decía: «Vamos a orar donde está la capilla». Y de ahí viene el nombre de capilla, que se da a los pequeños salones que se hacen para orar.

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