Solemnidad de Todos los Santos
«Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.»
Muy buenas y felicidades en este día de fiesta
La Iglesia nos convoca para celebrar a todos los santos.
Este día hermoso nos hace recordar que son muchos los hombres y mujeres que pasaron por esta tierra tratando de hacer el bien y siguiendo las huellas de Jesucristo.
Tenemos que recordar cada mañana, que la santidad no es una utopía, y que el vivir y caminar en la tierra es camino a la patria definitiva en el cielo.
La llamada universal a la santidad es la certeza de que ante Él, todos somos iguales y a todos nos espera.
Se necesita una adhesión a su Gracia, y una perseverancia cumpliendo su deseo.
Esto no es un ensueño o fantasía, ya que miles y miles de hombres y mujeres, a lo largo de la historia, respondieron con fidelidad a esa invitación de Dios.
La santidad no está reñida con el sentido común. Hay santos como San Pío de Pietrelcina, o Santa Teresa de Jesús, y tantos otros, que son modelos más de admirar quede imitar. Pero existen también tantos santos sencillos, en los que su santidad empieza con un SÍ a Dios. Y cuando esté Si es sostenido, se puede responder al llamado como el Señor espera.
Dios lo quiere, Dios lo puede, y el lo va a hacer en aquellos que lo esperen.
Es un don que Dios nos quiere dar, a pesar de nuestra condición de pequeñez y limitación.
El testimonio de los Santos nos da una guía para encontrar el camino por donde imitar a Jesucristo.
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“Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo”, dice el Evangelio.
El reconocimiento de que la santidad está al alcance es una llamada a ser conscientes de que responder con responsabilidad.
Jesús nos lo propone al ofrecernos las bienaventuranzas como camino seguro hacia una vida dichosa ya aquí, mientras vamos avanzando hacia el encuentro definitivo y pleno con Dios.
El triunfo de la multitud de santos, cargados de vida evangélica, de experiencia de Dios, de sentimientos y obras de caridad y misericordia, es para nosotros el reflejo del rostro de Dios.
Esta fiesta nos obliga a recuperar la memoria perdida de tanta santidad escondida detrás de esas vidas anónimas.
Recordar que como dijo San Juan Bosco: «La santidad consiste en estar siempre alegres». Y ser testarudos en cumplir siempre la voluntad de Dios.
Hoy es una bella oportunidad, en esta fiesta de todos los Santos, para renovar la profesión de fe en la comunión de los santos.
Bendiciones y un gran abrazo
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Presbítero Daniel Cirrincione
El Padre Daniel desde hace 19 años es sacerdote en la prelatura del Opus Dei, y doctor en Derecho Canónico. Ha desarrollado una intensa y variada labor pastoral, con gente de toda condición, edades y situaciones.