Hoy la parábola de los talentos nos llama a reflexionar.
A cada uno de nosotros el Señor nos adornó con talentos y dones. ¿Los conocemos?, ¿los cuidamos y hacemos producir?
Por eso, cada día, la iglesia aconseja hacer junto con la oración, la meditación sobre nuestra vida y nuestros progresos en la fe. Y en esa meditación, ver como nuestra conducta, muestra la presencia de Dios, mirar como va nuestra vida y examinarla.
De nada ayuda la oración, si en esta, a la vez que agradecer y pedir, no nos dejamos interpelar por Dios en lo personal, no dejamos que el Señor nos llame a la profunda conversión.
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El Papa emérito Benedicto XVI nos enseña al respecto:
“Con esta parábola, Jesús quiere enseñar a los discípulos a usar bien sus dones:
Dios llama a cada hombre a la vida y le entrega talentos, confiándole al mismo tiempo una misión que cumplir.
Sería de necios pensar que estos dones se nos deben, y renunciar a emplearlos sería incumplir el fin de la propia existencia.
Comentando esta página evangélica, san Gregorio Magno nota que el Señor a nadie niega el don de su caridad, del amor. Escribe:
«Por esto, es necesario, hermanos míos, que pongáis sumo cuidado en la custodia de la caridad, en toda acción que tengáis que realizar» (Homilías sobre los Evangelios 9, 6).
Y tras precisar que la verdadera caridad consiste en amar tanto a los amigos como a los enemigos, añade:
«Si uno adolece de esta virtud, pierde todo bien que tiene, es privado del talento recibido y arrojado fuera, a las tinieblas» (SS. BENEDICTO XVI – ÁNGELUS – 13 de noviembre de 2011).
La dificultad que tiene el último servidor de la parábola, es el problema de su corazón: es sólo como un inquilino, que no ama a su Señor, su relación es solamente miedo a Él, y por esa falta de amor, no logra descubrir todo lo que su Señor ha hecho por Él, entregándole los talentos.
El Señor quiere que seamos concientes de su amor, y que esa conciencia nos llame a ser responsables en el uso de los dones recibidos, para que estos den fruto, un fruto que sirva para mayor Gloria de Dios.
Para el que tiene uso de razón no basta haber recibido en el Bautismo las virtudes teologales, sino que es necesario el frecuente ejercicio de sus actos. Estamos obligados a hacer actos de Fe, Esperanza y Caridad.
Pidamos que la apatía o el desaliento, no nos hagan esconderlos o enterrarlos, pensando en el beneficio personal, y olvidando el fin natural de esos dones, que es la alabanza y el Servicio a Dios.
Les agradezco poder leer la Palabra por este medio, a mi me cuesta un poco pero me voy haciendo del hábito. Ya que Nuestro Señor por su inmenso Amor se las ingenia para llegar a nosotros
Buen hábito estar cerca de la Palabra del Señor, fuente de vida eterna. Gracias a ti hermana por tu amabilidad. Gloria a Dios por todos sus dones. Bendiciones