María es el refugio de todos nosotros los pecadores, por los cual es muy importante disponer nuestros corazones con verdadero arrepentimiento de nuestros pecados y humillarnos para obtener sus gracias
PESAME DIOS MIO
Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido.
Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho mas me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como vos; antes querría haber muerto que haberte ofendido, y propongo firmemente ayudado por tu divina gracia, no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado.
Amén.
ORACION PARA TODOS LOS DIAS
Soberana Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, aquí tienes postrado a tus sagrados pies a este hijo pródigo, lleno de confusión, de dolor y de arrepentimiento por haber pecado contra el cielo y contra Ti: conozco, Señora, y confieso en presencia del cielo y de la tierra, que no soy digno de llamarme hijo tuyo: recibe, Madre de misericordia, esta humilde confesión de mi fea ingratitud, y mala correspondencia, dándome la gracia de admitirme en el número de tus esclavos: mírame con ojos de piedad, como acostumbras hacerlo con tus siervos; y alcánzame de Dios la gracia que principalmente te pido en este santo Triduo.
Intercede por mía para que empiece desde ahora a llorar con amargas lágrimas todas mis culpas, a implorar las divinas misericordias, arreglando los pasos de mi vida de tal manera que logre por tu poderosa intercesión una preciosa muerte para gozar de Dios en tu compañía para toda la eternidad.
Amén.
ORACIÓN PARA EL TERCER DIA
PERSEVERANCIA
El que persevera hasta el fin, éste se salvará.
Omnipotente Dios mío, que conduces al puerto de salvación a todas las almas que perseveran en la observancia de Tus divinos mandamientos hasta el fin de la carrera de esta vida mortal; y así mismo, nos aseguras que el alma que pone la mano sobre el arado y vuelve atrás no es apropiado para el Reino de los Cielos:
Yo te suplico, Señor, por la intercesión de María Santísima, cuya perseverancia en toda clase de virtud hasta el último momento de su preciosa vida has llenado gloria, me concedas la gracia de fijar mis pasos en la observancia de tu divina ley; confirma, Señor, en mí los propósitos y resoluciones que he formado en este santo Triduo, que son:
Vivir en adelante animado de una fe viva, de una firme esperanza, de una caridad ardiente, de una humildad verdadera, de una pureza y castidad conforme al estado en que me encuentro al presente, o a aquel a que me destine tu divina providencia; de una paciencia inalterable, de una pobreza de espíritu que desprenda mi corazón de todos los bienes de la tierra, y suspire incesantemente por la posesión de mi eterna bienaventuranza.
Dame Señor mío, la misericordia de perseverar a imitación de mi Madre y Señora María Santísima, en el ejercicio de estas y las demás virtudes hasta respirar el último aliento de mi vida, para que entregando mi espíritu en tus manos, en las de mi amado Jesús y de María, mi venerada Madre y Señora, pase a verte, gozarte, alabarte y bendecirte eternamente en tu gloria.
Amén.
Sea todo para honra y gloria de Dios y de su Santísima Madre, que sea nuestra Abogada en vida y en muerte.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Dios de bondad, en quien vivo, en quien me muevo, y en quien disfruto el ser que tengo: que por un efecto de Tu infinita misericordia tienes empeñada Tu divina palabra, de que no quieres la muerte eterna del pecador, sino que se convierta a Ti para vivir eternamente en Tu amistad y gracia:
Yo Te suplico, Señor, por Tu bondad, por la vida, muerte y pasión de mi Redentor Jesucristo, y por los méritos de Tu Madre María Santísima, elevada a los Cielos en cuerpo y alma, me otorgues la gracia de convertirme a Ti con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas las fuerzas de mi vida; viva yo, Señor, en adelante para amarte, para servirte y ponga todo cuanto soy en obedecerte.
No permitas, Señor, se abran mis ojos, sino para mirarte; no se empleen mis oídos, sino en escucharte; mi lengua no tenga otro ejercicio que alabarte y bendecirte; no se dirijan mis pasos sino a buscarte.
Haz en fin, Señor, la misericordia de que mi alma y mi cuerpo detesten y aborrezcan sobre todo la muerte eterna de la culpa y suspiren incesantemente por la vida de Tu amistad y gracia, para bendecir y alabar Tu misericordias eternamente en la gloria.
Amén.
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