ORACION DE PROTECCION A LA PRECIOSA SANGRE DE CRISTO

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ORACION DE PROTECCION A LA PRECIOSA SANGRE DE CRISTO
ORACION DE PROTECCION A LA PRECIOSA SANGRE DE CRISTO

Mira Señor que necesitada está mi alma de Tu protección.

Limpia con Tu preciosa Sangre mi corazón del resentimiento, del rencor, del odio, de la indiferencia, de la mentira, de la traición, del egoísmo, de la falta de fe, de la falta de esperanza.

Señor, ten piedad de mi, porque sé que cada vez que escucho los malos pensamientos, me alejo de Ti y quiero siempre estar junto a Ti, sé que soy débil y sòlo contigo puedo vencer.

Por Tu dolorosa Pasión, por Tu Preciosa Sangre derramada por amor a toda la humanidad, ayúdame! Líbrame del mal, fortalece mi mente e ilumínala para que sepa discernir el bien del mal, y siempre siga los pensamientos bondadosos, que construyen, que unen, que aman y haga el bien por donde pase.

Por Tu Preciosa Sangre convierte mi alma verdaderamente, que solamente actúe dando testimonio de Ti, que sea un instrumento de Tu Amor, un instrumento de Tu Paz y sólo yo viva para Ti y Tu vivas para siempre en mí.

Oh Preciosísima Sangre de mi amado Jesús, Tú has vencido al maligno, y ya no puede acercarse a Ti, porque todo lo has bañado con Tu amor. Cúbreme y del enemigo defiéndeme!

Santa Sangre de Cristo, lávame!

Amén.

Devoción a la Preciosísima Sangre de Cristo:

La fiesta de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor, fue instituida en 1849 por el papa Pío IX, y fue elevada al rango de Fiesta doble de la clase por Pío XI,  con ocasión del decimonono centenario de la muerte del Salvador (1900 años de su muerte).

En el año 1960 dispuso Juan XXIII introducir en las letanías de la Bendición eucarística la alabanza: Bendita sea su Preciosísima Sangre.

La extraordinaria importancia de la Sangre salvadora ha hecho que su memoria tenga un lugar central y esencial en la celebración del misterio del culto.

Ante todo en el centro mismo de la asamblea eucarística, en la que la Iglesia eleva a Dios Padre, en acción de gracias, el “cáliz de la bendición” (1 Cor 10,16).

Y lo ofrece a los fieles como sacramento de verdadera y real “comunión con la sangre de Cristo” (1 Cor 10,16), y también en el curso del Año Litúrgico.

La Iglesia conmemora el misterio de la Sangre, no sólo en la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Señor, en el jueves siguiente a la solemnidad de la Santísima Trinidad.

Sino también en otras muchas celebraciones, de manera que la memoria cultual de la Sangre que nos ha rescatado (1 Pe 1,18) está presente durante todo el Año.

Así en el Tiempo de Navidad, en las Vísperas, la Iglesia, dirigiéndose a Cristo canta:

“Nos quoque, qui sancto tuo/ redempti sumus sanguine,/ ob diem natalis tui/ hymnum novum concinimus”: “Nosotros los redimidos por tu sangre, en el día de tu nacimiento te cantamos un himno nuevo”.

Y en el Triduo Pascual, el valor y la eficacia redentora de la Sangre de Cristo son conmemoradas y adoradas constantemente.

El Viernes Santo, durante la adoración de la Cruz, resuena el canto: “Mite corpus perforatur, sanguis unde profluit;/ terra, pontus, astra, mundus quo lavantur flumine!”; “Traspasado el cuerpo manso, de donde brotó la sangre que lavaron la tierra, el mar y los astros”.

En algunos lugares y Calendarios, la fiesta de la Preciosísima Sangre de Cristo se celebra el 1 de Julio.

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