El vino en la Biblia y en la Iglesia

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que dice la Sagrada escritura sobre la bebida?

El vino es y fue un elemento simbólicamente muy fuerte para la religión Católica. Protagonista de varias disputas teológicas en los siglos pasados, aún hoy es un elemento de discusión en el proceso de comprender los elementos Eucarísticos.  También a la recíproca, la Iglesia ha sido muy importante para el Vino y la vitivinicultura. porque en el Alto medioevo fueron los monjes los que se ocupaban de la vida y del vino.

El rol simbólico del vino en la religión católica, en la celebración eucarística, adopta características místicas. La Iglesia habla de transustanciación del vino en Sangre. Pero también existe simbolismo entre vid y vino y religión en muchos lugares de la Biblia, a veces como señal de vida plena, otras en referencias negativas.

Vid y vino en la Iglesia Católica

La importancia de la Vid y el vino se advierte ya desde el génesis mismo, cuando la Sagrada escritura, narra la historia de Noé que, luego del diluvio, se hace convierte en agricultor, y es el primer hombre en cultivar la planta de la vid, y beber sus jugos embriagantes, e inexperto como era, se embriaga. De esa embriaguez derivó la maldición al hijo que hizo pública la vergüenza de su padre, Cam, de esa maldición se explica la división de los pueblos semitas (hijos de Sem el bendito de su padre Noé) y cananeos (hijos de Cam el maldito por su padre).

La vid es nombrada en los Salmos y en numerosos libros de la Biblia (Isaías, Números, Primera de Reyes, y otros) como un bien particularmente precisos, símbolo de prosperidad y amor de Dios que une cielo y tierra. Israel es identificado como la viña de Dios, esta imagen la encontraremos luego en el Evangelio según San Mateo (20, 1-16) en la parábola del viñador que paga igual salario a los primeros y a los últimos en ser llamados; en el Evangelio según San Marcos (12, 1-12) y en el mismo de San Mateo 21, 33-39, en la parábola de los arrendatarios homicidas de la viña, que finaliza con la celebre sentencia: «La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido».

En la primer parábola señala como la Gracia del Señor de la vid, del Señor de la vida, no responde a nuestros cortos pensamientos humanos. En la segunda parábola nos refiere a como Israel en ese tiempo, estaba en manos de quienes recibieron del Señor de la vida, el «arriendo» de la misma, como Don Gracioso, y en vez de pagar con fidelidad, se ocuparon de matar a los profetas del Señor.

El Evangelio de San Juan (2:1-11) nos relata en el comienzo de la vida pública de Jesús, el episodio de las bodas de Caná, donde el vino es el Amor que da sentido a la vida.

Y cuando María dice, no tienen más vino, quiere decir, eso que el vino significa, el sentido de la vida, el Amor, el sabor de la vida. ¿Para que se esposan si no tienen amor? Y es Jesús quien de la ley vacía de sentido, simbolizada por las 6 tinajas vacías, del agua de la concupiscencia, hace renacer la Vida en el Espíritu y nos regala el vino nuevo, por intercesión de su Madre.

La parábola de la vid y los sarmientos (San Juan 15), es también un momento central de su Evangelio, donde la fecundidad de los sarmientos (los discípulos del Señor) está en permanecer en Él, y donde queda claro que el vino simboliza la alegría que viene del Padre:

«Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado.»

El vino es la imagen de los dones espirituales. Pero la Biblia también nos habla del vino y la medida en el tomar, no ya de manera simbólica sino también directamente. Así en San Mateo 11: 18 y 19 habla Jesús de sí mismo como el hijo del hombre, que a diferencia de Juan el Bautista «come y bebe» y de quien dicen: «Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores.» 

Y en el Apóstol San Pablo, queda claro que el beber alcohol será bueno o malo, según se beba en su justa mediada. Porque el mismo San Pablo mientras recomienda a Timoteo (I a Timoteo 5:23) «No bebas ya agua sola. Toma un poco de vino a causa de tu estómago y de tus frecuentes indisposiciones.» , condena en Gálatas 5:21 como obra de la carne la embriaguez, y dice que quienes hacen tales obras no heredarán el reino de Dios.

En cuanto a la referencia de la Biblia al contenedor del Vino, ya hablamos de las ánforas en las bodas de Caná; también la escritura refiere a la Copa, así en Jeremías 25:15, se nos habla de «la copa de la ira de Dios».

El Señor en el huerto de Getsemaní pide al Padre alejar este caliz (la amarga certeza de la pasión que estaba por llegar y de la traición que la acompaña) en el mismo momento que dice «Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad» (San Mateo 26:42).

La última Cena y la institución de la Eucaristía:

San Mateo 27: «Tomó luego una copa y, dando gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos, 28.porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados.»

«Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre» San Mateo 26:29

Aquí Cristo establece la cena eucarística donde el vino es su sangre derramada para sellar la nueva Alianza y la alegría de la resurrección y su victoria sobre la muerte y consiguiente apertura del camino de salvación. De la última cena hablan los cuatro Evangelios.

Encontramos una clara alusión a la celebración Eucarística en el mismo San Pablo:

la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23-26 dice: «Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: – «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.»

Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: – «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.» Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Vanas son las intenciones de los exégetas de relacionar la eucaristía Cristiana con los ritos órficos, estos remiten al descontrol y el exceso, y en nada contienen el mensaje de Amor y entrega por AMOR de Cristo. El vino para esta corriente pagana es una manera de escapar de los dolores de la vida, y señal de una fertilidad que viene de la exuberancia.

Para la fe católica, en cambio, la fertilidad viene de la renuncia a sí mismo e imitación de Cristo, y en Él los dolores de la vida lejos de ser algo a que escapar, son el preludio del vino nuevo, el camino de la Cruz que sella la alianza de vida eterna.

Según Santo Tomás de Aquino, nos dice que «el Sacramento de la eucaristía, puede ser celebrado solamente con el vino de la vid, porque este fue el deseo de Cristo Jesús, que elige el vino cuando ordenó este sacramento… y que aún el vino de uva es una imagen de los efectos del sacramento, con esto quiero decir la alegría del Espíritu, porque está escrito que el vino alegra el corazón del hombre»