El Papa a las Familias:
Francisco habló en el sur de México frente a un estadio repleto de familias congregadas para su visita pastoral, y este es el resumen:
Queridos Hermanos y Hermanas
Gracias le doy a Dios por sus rostros y presencia, gracias doy a Dios por el palpitar de su presencia en sus familias.
Gracias también a ustedes, familias y amigos, que nos han regalado sus testimonios, que nos han abierto las puertas de sus casas, de sus vidas; nos han permitido estar en sus «mesas» compartiendo el pan que los alimenta y el sudor frente a las dificultades cotidianas.
Manuel (niño enfermo), gracias por tu testimonio y especialmente por tu ejemplo. Me gustó esa expresión que usaste: «Echarle ganas». Creo que es lo que el Espíritu Santo siempre quiere hacer en medio nuestro: echarnos ganas, regalarnos motivos para seguir apostando, soñando y construyendo una vida que tenga sabor a hogar, a familia.
Y es lo que el Padre Dios siempre ha hecho. Cuando parecía todo perdido en el jardín del Edén, el Padre Dios le echó ganas a esa joven pareja y le dijo que no todo estaba perdido. Cuando el Pueblo de Israel sentía que no daba más en el el desierto, el Padre Dios le echó ganas con el maná. Cuando llegó la plenitud de los tiempos, el Padre Dios le echó ganas a la humanidad para siempre dándonos a su Hijo.
Porque su nombre es amor, su nombre es donación, su nombre es entrega, su nombre es misericordia.
Jesús es capaz de transformar nuestras miradas, nuestras actitudes, nuestros sentimientos muchas veces aguados en vino de fiesta. Él es capaz de sanar nuestros corazones e invitarnos una y otra vez, setenta veces siete, a volver a empezar. Él es capaz de hacer siempre nuevas todas las cosas.
Me pediste, Manuel, que rezara por muchos adolescentes que están desanimados y en malos pasos. Muchos adolescentes sin ánimo, sin fuerza, sin ganas. Y, como bien dijiste, muchas veces esa actitud nace porque se sienten solos, porque no tienen con quien hablar.
Beatriz, vos dijiste: «La lucha siempre ha sido difícil por la precariedad y la soledad». La precariedad, la escasez, el no tener muchas veces lo mínimo nos puede desesperar, nos puede hacer sentir una angustia fuerte ya que no sabemos cómo hacer para salir adelante y más cuando tenemos hijos a cargo.
La precariedad no sólo amenaza el estómago (y eso es ya decir mucho), sino que puede amenazar el alma, nos puede desmotivar, sacar fuerza y tentar con caminos o alternativas de aparente solución, pero que al final no solucionan nada. Existe una precariedad que puede ser muy peligrosa, que se nos puede ir colando sin darnos cuenta, es la precariedad que nace de la soledad y el aislamiento. Y el aislamiento siempre es un mal consejero.
La forma de combatir esta precariedad y aislamiento, es a distintos niveles. Por medio de legislaciones que protejan y garanticen los mínimos necesarios para que cada persona pueda desarrollarse por medio del estudio y un trabajo digno. También al transmitir el amor de Dios experimentado en el servicio y en la entrega a los demás. Leyes y compromiso personal.
Hoy en día vemos y vivimos por distintos frentes cómo la familia está siendo debilitada, cuestionada.
Cómo se cree que es un modelo que ya pasó y que no tiene espacio en nuestras sociedades que, bajo la pretensión de modernidad, propician cada vez más un modelo basado en el aislamiento.
Es cierto, vivir en familia no siempre es fácil, muchas veces es doloroso y fatigoso, pero creo que se puede aplicar a la familia lo que más de una vez he referido a la Iglesia: prefiero una familia herida, que intenta todos los días conjugar el amor, a una sociedad enferma por el encierro y la comodidad del miedo a amar.
Prefiero una familia que una y otra vez intenta volver a empezar a una sociedad narcisista y obsesionada por el lujo y el confort. Prefiero una familia con rostro cansado por la entrega a rostros maquillados que no han sabido de ternura y compasión.
Me han pedido que rezara por ustedes y quiero empezar a hacerlo ahora mismo, con ustedes. Ustedes queridos mexicanos tienen a la madre: la Guadalupana y eso nos da la certeza de tener su intercesión para que este sueño llamado familia no se pierda por la precariedad y la soledad.
Ella está siempre dispuesta a defender nuestras familias, nuestro futuro; está siempre dispuesta a «echarle ganas» dándonos a su Hijo. Por eso, los invito a tomarnos las manos y decir juntos: Dios te salve María….